Sobre lo primero me ahorraré las explicaciones y sobre lo segundo les remitiré a Walter Lippman y Noam Chomsky para un conocimiento profundo y a los párrafos venideros para una constatación de sus usos actuales.
Postergar la edad de jubilación es, a priori, una medida tremendamente impopular. Para aprobarla sin coste electoral habrá pues que vestirla convenientemente y difundirla con profusión una vez sean irreconocibles las voluntades subyacentes en ella. Por supuesto para ello se harán necesarios los medios de comunicación previamente untados y maniatados. La noticia de la que extraigo las citas es un ejemplo cualquiera.
Comiéncese, pues, por el miedo “el sistema de pensiones podría quebrar en quince años si no se hacen cambios”. Para dar consistencia a la amenaza, resulta útil emplear un dato de todos conocido y aprovechando el trasfondo real del dato puede el periodista formular una hipérbole que, aunque así no se corresponda con la realidad, cuela “el número de ciudadanos mayores de 65 años crece de forma exponencial”.
Una vez que “el rebaño” está debidamente atemorizado, pueden los políticos salir en su ayuda pero para evitar suspicacias dejarán antes hablar a los expertos. “Unespa vincula el futuro de las pensiones a alargar la vida laboral”. Nótese que realizar el informe que motivó la publicación de la noticia enlazada llevó a Unespa tres años y con menos de una semana de diferencia se han filtrado propuestas del ejecutivo español virtualmente idénticas. Esta sucesión de voces produce una apariencia de multilateralidad que legitimará las medidas posteriores, por más que todas las voces hablen el idioma del liberalismo y sólo entre ellas.
Pero para evitar el colapso no bastará con retrasar la edad de jubilación.“Entre las propuestas del informe, se aconseja la desincentivación de las jubilaciones masivas, la prohibición de la utilización de fondos públicos en las prejubilaciones o la eliminación de la edad obligatoria de jubilación para que el trabajador que quiera, pueda seguir en su puesto más allá de los 65 años”.
Lo único que incentiva o desincentiva a un empresario es el dinero. Así que supongo que desincentivar prejubilaciones consiste en hacer tan barato un trabajador con beneficios derivados de su trayectoria en la empresa como un novato. Esto se consigue suprimiendo los beneficios o pagando la parte correspondiente. Así que, al final, o el estado vuelve a poner fondos públicos en la empresa o el trabajador paga el reajuste en forma de dignidad laboral. Pero desincentivar suena mucho mejor. Por otra parte, quiero llamar su atención, querido lector, sobre el modo redundante y nada casual en que se expresa la última idea del párrafo. Obviamente, suprimir una obligación conlleva que lo que antes era obligado ahora lo hace quien quiera, pero el periodista medio, fiel servidor de los poderosos, introduce este tipo de apreciciones para maximizar la confianza del lector y que, después de todo, la medida parezca una ampliación de derechos.
De modo que A. La amenaza es enorme B. Expertos y políticos coinciden C. El ciudadano casi lo agradecerá. Adminístrese en grandes dosis de prensa para el desayuno, televisión para el resto de comidas y aprovechen los tiempos de conducción para suministrarlo mediante la radio. En cuestión de días habrán fabricado consenso, habrán vuelto lo inaceptable, imprescindible.